Gracias a sus propiedades de unión a toxinas, el carbón activado tiene una variedad de usos médicos.
Por ejemplo, el carbón activado se usa a menudo en casos de intoxicación.
Eso es porque puede unirse a una amplia variedad de fármacos, reduciendo sus efectos. En los seres humanos, el carbón activado se ha utilizado como antídoto de veneno desde principios del siglo XIX.
Se puede usar para tratar sobredosis de medicamentos recetados, así como sobredosis de medicamentos de venta libre como aspirina, acetaminofén y sedantes.
Por ejemplo, los estudios muestran que cuando se toma una dosis única de 50 a 100 gramos de carbón activado dentro de los cinco minutos posteriores a la ingestión del fármaco, se puede reducir la absorción del fármaco en adultos hasta en un 74%.
Este efecto disminuye alrededor del 50% cuando el carbón se toma 30 minutos después de la ingestión del fármaco y al 20% si se toma tres horas después de la sobredosis del fármaco.
La dosis inicial de 50 a 100 gramos a veces va seguida de dos a seis dosis de 30 a 50 gramos cada dos a seis horas. Sin embargo, este protocolo de dosis múltiples se usa con menos frecuencia y solo puede ser efectivo en un número limitado de casos de intoxicación.
Es importante señalar que el carbón activado no es eficaz en todos los casos de intoxicación. Por ejemplo, parece tener poco efecto sobre las intoxicaciones por alcohol, metales pesados, hierro, litio, potasio, ácidos o álcalis.
Además, los expertos advierten que el carbón activado no debe administrarse de forma rutinaria en todos los casos de intoxicación. Más bien, su uso debe considerarse caso por caso.